domingo, 21 de octubre de 2018

LA HORA DE LA DIVINA MISERICORDIA



En octubre de 1937, en Cracovia (Polonia), el Señor Jesús pidió a Sor Faustina que se le rinda honor en la hora de su muerte, aunque sólo sea por unos momentos, para unirse con Él en la oración, recurriendo con súplicas a los valores y méritos de Su Pasión.

“Deseo que conozcas más profundamente el amor que arde en Mi Corazón por las almas, y tú comprenderás esto cuando medites Mi Pasión.

Apela a Mi misericordia para los pecadores, deseo su salvación. 
Cuando reces esta oración con corazón contrito y con fe por algún pecador, le concederé la gracia de la conversión. Esta oración es la siguiente: 

Oh, Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío” (Diario, 187).

”A las tres, ruega por Mi misericordia, en especial para los pecadores y aunque sólo sea por un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en el abandono que sentí o sufrido en el momento de Mi agonía.

Ésta es la hora de la gran misericordia para el mundo entero. Te permitiré penetrar en Mi tristeza mortal. En esta hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión...” (Diario, 1320).

“...cuántas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete totalmente en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento se abrió de par en par para cada alma. En esta hora puedes obtener todo lo que pides para ti y para los demás. En esta hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia.

(...) en esa hora procura rezar el Vía Crucis, y si no puedes rezar el Vía Crucis, por lo menos entra un momento en la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a Mi Corazón que está lleno de misericordia. Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración, allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante. Exijo el culto a Mi misericordia de cada criatura...” (Diario, 1572).

“En la cruz, la Fuente de Mi Misericordia fue abierta de par en par por la lanza para todas las almas; no he excluido a ninguna” (Diario, 1182).

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