domingo, 28 de octubre de 2018

10 lecciones de Santa Faustina sobre la Sagrada Eucaristía

El profundo amor y devoción a la Eucaristía fue el centro de la vida de Santa Faustina. El amor Eucarístico motivó cada una de sus acciones 


El nombre religioso completo de Santa Faustina fue Sor María Faustina del Santísimo Sacramento. Su profundo amor y devoción a la Eucaristía fue el centro de su vida. El amor Eucarístico motivó cada una de sus acciones.

Casi cada página del diario espiritual de Santa Faustina hace referencia a la Eucaristía. A una amistad le dijo:

"El momento más solemne de mi vida es el momento cuando recibo la Sagrada Comunión y por cada Sagrada Comunión doy gracias a la Santísima Trinidad" (Diario de Santa Faustina, 1804).

En otro momento dijo:

"...Toda mi fortaleza está en Ti, oh Pan Viviente. Me sería difícil vivir un día sin recibir la Santa Comunión. Él es mi escudo; sin Ti, Jesús, no sé vivir". (Diario de Santa Faustina, 814).

1.- Jesús quiso quedarse y abrió Su corazón de misericordia
Jesús le dio a Santa Faustina un claro amor por el misterio de la Eucaristía. Ella lo describió como el maravilloso regalo de Su presencia en la tierra. Ella escribió en su diario que durante la Misa decía:

"Le agradezco al Señor Jesús por habernos redimido y por habernos dado el más grande de todos los regalos, la Santa Eucaristía". "Tú, oh Señor, partiendo de esta tierra deseaste quedarte con nosotros y te dejaste a Ti Mismo en el Sacramento del Altar y nos abriste de par en par Tu misericordia... nos abriste una inagotable Fuente de Tu Misericordia; nos ofreciste lo más valioso que tenías, es decir, la Sangre y el agua de Tu Corazón". (Diario de Santa Faustina, 1747).

2.- El sacrificio de amor fue completamente cumplido en la consagración
Durante una Hora Santa, en una visión del cenáculo, Sor Faustina vio la institución de la Santa Eucaristía. Ella entendiólo siguiente:

"En el momento de la consagración… el sacrificio fue completamente cumplido. Ahora se cumplirá solamente la ceremonia exterior de la muerte. En toda mi vida no tuve un conocimiento tan profundo de este misterio como en aquella hora de adoración" (Diario; 684, 757, 832).

3.- La misericordia que brotó de Su Corazón…
Santa Faustina le pidió a Dios que le permitiera al mundo entender más el misterio de la divina misericordia y de la Eucaristía. Ella dijo:

"¿Quién concebirá jamás y entenderá la profundidad de la misericordia que brotó de Su Corazón? Sólo en la eternidad conoceremos el gran misterio que nos fue dado en la Santa Comunión. Un día sabremos lo que Dios hace por nosotros en cada Misa, y qué clase de regalo nos tiene preparados a través de ella".

4.- Eucaristía: transfórmame en huésped vivo como propiciación por los pecadores
"Todas las lenguas de los hombres y ángeles unidos no podrían encontrar las palabras adecuadas para describir el misterio de Su amor y misericordia". "Jesús, transfórmame en una segunda hostia. Quiero ser una hostia viva para Ti. Tú eres el gran Señor, omnipotente, Tú puedes hacerme esta gracia. Y el Señor me contestó: Tú eres una hostia viva, agradable al Padre celestial" (Diario, 1826).

A través de nuestra comunión con Cristo crecemos en un amor que nos despoja de nosotros mismos y nos lleva a desear ofrecer penitencias por los pecadores. La Eucaristía nos mueve a una sed aún mayor por la salvación de las almas.

5.- Le debo todo a la Santa Comunión
Santa Faustina dijo:

"Todo el bien que está dentro de mí se lo debo a la Santa Comunión. Le debo todo a ella".

Ella fue transformada en una hostia viva a imagen de su Señor; escondida y quebrantada como Jesús en Su Pasión dando Su vida por nuestra redención.

La unión de Santa Faustina con Dios aumentó durante la Misa, la Santa Comunión y durante la Adoración del Santísimo Sacramento. La vida Eucarística es transformadora.

6.- El amor pide solamente una cosa: reciprocidad
Su unión con el Señor fue, en Sus palabras, como una novia:

"Aquí estoy entero para ti, con el cuerpo, el alma y la divinidad, como tu Esposo. Tú sabes lo que exige el amor, una sola cosa, es decir, la reciprocidad" (Diario, 1770).

Lo que ella experimentó durante la Santa Comunión fue una completa unión con la Santísima Trinidad:

"En aquel mismo instante fui atraída al seno de la Santísima Trinidad y fui sumergida en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Diario; 1670, 1121, 1129)

7.- En la Hostia está tu fuerza…
"Estos momentos de unión son una prueba de la Eternidad", dijo ella (Diario, 969). Santa Faustina se fortalecía y buscaba refugio de las luchas diarias de su vida en recibir la Santa Comunión. El Señor le dijo: "En la Hostia está tu fuerza, ella te defenderá" (Diario, 616).

El amor Eucarístico es infinitamente poderoso para defendernos de todo lo que dañe nuestra salvación.

8.- Rayos de Misericordia brotan de la Santa Eucaristía cubriendo el mundo.
Durante la Santa Misa, muchas veces Santa Faustina experimentó visiones del Señor y cerca de sesenta de dichas visiones se encuentran en su diario espiritual.

A menudo, Santa Faustina veía al Niño Jesús durante la Misa, pero además, en ocasiones, vio a la Santísima Madre, o a Jesús durante Su Pasión, y algunas veces, en Su gloriosa majestad.

Ella recuerda ver los rayos de misericordia como en la imagen de la Divina Misericordia brotando de la Santa Eucaristía, en ocasiones cubriendo al mundo (Diario 420, 441,1046).

9.- La Eucaristía está estrechamente asociada a los vasos de misericordia
La Santa Comunión es la parte más importante de la celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia. La Fiesta de la Divina Misericordia, la Imagen, la Coronilla, y la oración a las 3 PM, todas están estrechamente relacionadas a la Eucaristía.

En un sinnúmero de ocasiones, Santa Faustina vio a la Eucaristía irradiando rayos rojos y blancos, como en la Imagen de la Divina Misericordia.

La Coronilla de la Divina Misericordia es Eucarística. Es un ofrecimiento del Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, al Padre, como propiciación de los pecados del mundo.

10.- El Acto Eucarístico de Ofrecimiento de Faustina
Al recibir la Eucaristía, Santa Faustina se ofrecía a sí misma en total entrega a la voluntad de Dios con este acto de ofrecimiento personal que ella misma compuso:

"Oh Jesús Hostia que en este momento he recibido en mi corazón y en esta unión contigo me ofrezco al Padre celestial como hostia expiatoria, abandonándome plena y absolutamente a la misericordiosísima Santa Voluntad de mi Dios.

Desde hoy, Tu voluntad, Señor, es mi alimento. Tienes todo mi ser, dispón de él según Tu divina complacencia… Y

a ahora no temo ninguna de Tus inspiraciones ni analizo con preocupación a dónde me llevaran… tengo confianza absoluta en Tu voluntad que es para mí el amor y la misericordia mismos" (Diario 1264, 456).

Sanación Eucarística y Resurrección
La Eucaristía sana en formas vistas y no vistas y afecta nuestra resurrección. El padre Lawrence Lovasik escribió:

"La Santa Comunión establece no solo contacto espiritual entre Jesucristo y nosotros sino además contacto físico a través de las ‘especies’ del pan.

La resurrección del cuerpo es indicio de este contacto físico con Cristo. Los cuerpos resucitados de aquellos que han recibido meritoriamente la Eucaristía durante su vida resplandecerán más sorprendentemente por su contacto frecuente, a lo largo de su vida, con el Cuerpo resucitado de su Señor" (Padre Lawrence Lovasik, El libro básico de la Eucaristía, Sophia Press, 140).

Oración para convertirse en custodia viviente
Señor Jesús, por favor conviérteme en una custodia eucarística viviente para que pueda convertirme en vaso de misericordia llevando Tu amor a los demás.

A través de nuestra incorporación eucarística, concédeme ser un hijo de la luz, sal de la tierra, pan para el hambriento, agua para el sediento, vino nuevo y aceite sanador para los demás.

Que la gente te vea en este corazón, siervo tuyo, en la luz de mis ojos, en el calor de mi corazón, en el trabajo de mis manos, en las palabras de mi boca, en el incienso de mi oración, en la ligereza de mi risa, en el brillo de mis lágrimas, en la poquedad de esta criatura.

Oro, para que me escondas, en la custodia dorada de Tu amoroso corazón de manera que pueda ser custodia viviente irradiando rayos curativos de misericordia.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

domingo, 21 de octubre de 2018

LA HORA DE LA DIVINA MISERICORDIA



En octubre de 1937, en Cracovia (Polonia), el Señor Jesús pidió a Sor Faustina que se le rinda honor en la hora de su muerte, aunque sólo sea por unos momentos, para unirse con Él en la oración, recurriendo con súplicas a los valores y méritos de Su Pasión.

“Deseo que conozcas más profundamente el amor que arde en Mi Corazón por las almas, y tú comprenderás esto cuando medites Mi Pasión.

Apela a Mi misericordia para los pecadores, deseo su salvación. 
Cuando reces esta oración con corazón contrito y con fe por algún pecador, le concederé la gracia de la conversión. Esta oración es la siguiente: 

Oh, Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío” (Diario, 187).

”A las tres, ruega por Mi misericordia, en especial para los pecadores y aunque sólo sea por un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en el abandono que sentí o sufrido en el momento de Mi agonía.

Ésta es la hora de la gran misericordia para el mundo entero. Te permitiré penetrar en Mi tristeza mortal. En esta hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión...” (Diario, 1320).

“...cuántas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete totalmente en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento se abrió de par en par para cada alma. En esta hora puedes obtener todo lo que pides para ti y para los demás. En esta hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia.

(...) en esa hora procura rezar el Vía Crucis, y si no puedes rezar el Vía Crucis, por lo menos entra un momento en la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a Mi Corazón que está lleno de misericordia. Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración, allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante. Exijo el culto a Mi misericordia de cada criatura...” (Diario, 1572).

“En la cruz, la Fuente de Mi Misericordia fue abierta de par en par por la lanza para todas las almas; no he excluido a ninguna” (Diario, 1182).

LA CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA



La Coronilla a la Divina Misericordia la dictó el Señor Jesús a sor Faustina en Vilna (Lituania) los días 13-14 de septiembre de 1935 como una oración que debe ser rezada para alcanzar la gracias de la misericordia de Dios para los pecadores.
“A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi voluntad” (Diario, 1731).

“Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita” (Diario, 687).

“Defenderé como Mi gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando delante de un agonizante en rezada esta coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable misericordia envuelve al alma” (Diario, 811).

“Cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso” (Diario, 1541).

Para rezarla, con las cuentas del rosario. “Al comienzo: 
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. 
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. 
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

En las cuentas grandes (1 x): Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, 
el Alma y la Divinidad de Tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, 
como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.
En las cuentas pequeñas (10 x): Por Su dolorosa pasión,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Al finalizar (3 x): Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,
ten piedad de nosotros y del mundo entero” (Diario, 476).

LA ORACIÓN PARA PEDIR LA PROTECCIÓN E INTERCESIÓN DE LA MADRE DE MISERICORDIA

Oh, mi Señora, Santa María 
A Tu gracia, protección particular y misericordia, 
hoy y todos los días y en la hora de mi muerte, 
encomiendo mi alma y mi cuerpo. 
Toda mi esperanza y todo mi consuelo, 
todas las aflicciones y dolencias, 
toda mi vida y el final de mi vida te entrego, te lo confío, 
para que por Tus méritos todas mis acciones se celebren 
y rijan por Tu voluntad y por la voluntad de Tu hijo. Amén.

sábado, 20 de octubre de 2018

LAS ORACIONES DE SANTA FAUSTINA

LA ORACIÓN PARA PEDIR LA PROTECCIÓN
E INTERCESIÓN DE LA MADRE DE MISERICORDIA




Oh, mi Señora, Santa María
A Tu gracia, protección particular y misericordia,
hoy y todos los días y en la hora de mi muerte,
encomiendo mi alma y mi cuerpo.
Toda mi esperanza y todo mi consuelo,
todas las aflicciones y dolencias,
toda mi vida y el final de mi vida te entrego, te lo confío,
para que por Tus méritos todas mis acciones se celebren
y rijan por Tu voluntad y por la voluntad de Tu hijo. Amén.





LAS ORACIONES DE SANTA FAUSTINA

“Oh Jesús, tendido sobre la cruz, Te ruego, concédeme la gracia de cumplir fielmente con la santísima voluntad de Tu Padre, en todo, siempre y en cualquier lugar. Y cuando esta voluntad de Dios me parezca pesada y difícil de cumplir, es entonces que Te ruego, Jesús, que de Tus heridas fluyan sobre mí fuerza y fortaleza y que mis labios repitan: Hágase Tu voluntad, Señor. (...) compasivo Jesús, concédeme la gracia de olvidarme de mi misma para que pueda vivir totalmente por las almas, ayudándote en la obra de salvación, según la santísima voluntad de Tu Padre...” (Diario, 1265).


“Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (...)
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...)
Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí” (Diario, 163).


“Oh, Dios misericordioso que no nos desprecias sino que continuamente nos colmas de tus gracias, nos haces dignos de Tu reino y en Tu bondad llenas con los hombres los lugares abandonados por los ángeles ingratos. Oh Dios de gran misericordia que has apartado Tu santa vista de los ángeles rebeldes dirigiéndola al hombre arrepentido, sea honor y gloria a Tu misericordia infinita...” (Diario, 1339).


“Oh Jesús, deseo vivir el momento actual, vivir como si este día fuera el último de mi vida: aprovechar con celo cada momento para la mayor gloria de Dios, disfrutar de cada circunstancia de modo que el alma saque provecho. Mirar todo desde el punto de vista de que sin la voluntad de Dios no sucede nada. Oh Dios de misericordia infinita, abraza al mundo entero y derrámate sobre nosotros a través del piadoso Corazón de Jesús” (Diario, 1183).


“Oh Dios de gran misericordia, bondad infinita, hoy toda la humanidad pide, desde el abismo de su miseria, Tu misericordia, Tu compasión, oh Dios; y llama con la potente voz de la miseria. Dios indulgente, no rechaces la oración de los desterrados de esta tierra. Oh Señor, Bondad inconcebible que conoces perfectamente nuestra miseria y sabes que por nuestras propias fuerzas no podemos ascender hasta Ti, Te imploramos, anticípanos Tu gracia y multiplica incesantemente Tu misericordia en nosotros para que cumplamos fielmente Tu santa voluntad a lo largo de nuestras vidas y a la hora de la muerte. Que la omnipotencia de Tu misericordia nos proteja de las flechas de los enemigos de nuestra salvación, para que con confianza, como Tus hijos, esperemos Tu última venida...” (Diario, 1570).


LOS FRUTOS DE LA ORACÍON


“A través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla. En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar. Tiene que rezar el alma pura y bella, porque de lo contrario perdería su belleza; tiene que implorar el alma que tiende a la pureza, porque de lo contrario no la alcanzaría; tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente; tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse. Y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda gracia fluye por medio de la oración” (Diario, 146)


“El alma debe ser fiel a la oración, a pesar de las torturas, la aridez y las tentaciones, porque de tal plegaria en gran medida depende a veces la realización de los grandes proyectos de Dios; y si no perseveramos en tal plegaria, ponemos impedimentos a lo que Dios quiere hacer a través de nosotros o en nosotros. Que cada alma recuerde estas palabras: Y encontrándose en una situación difícil, rogaba más tiempo” (Diario, 872).





“Debemos rezar frecuentemente al Espíritu Santo pidiendo la gracia de la prudencia. La prudencia se compone de: la reflexión, la reflexión razonable y el propósito firme. La decisión final siempre nos pertenece” (Diario, 1106).





"Cuando reces esta oración con corazón contrito y con fe por algún pecador, le concederé la gracia de la conversión. Esta oración es la siguiente:

Oh, Sangre y Agua que brotaste del Coraz ón de Jesús
como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío” (Diario, 187).

viernes, 12 de octubre de 2018

LA ORACIÓN PARA PEDIR LA PROTECCIÓN E INTERCESIÓN DE LA MADRE DE MISERICORDIA




Oh, mi Señora, Santa María 

A Tu gracia, protección particular y

 misericordia,

hoy y todos los días y en la hora de

 mi muerte, 

encomiendo mi alma y mi cuerpo. 

Toda mi esperanza y todo mi 

consuelo,

todas las aflicciones y dolencias,

toda mi vida y el final de mi vida te 

entrego, te lo confío, 

para que por Tus méritos todas mis

 acciones se celebren 

y rijan por Tu voluntad y por la

 voluntad de Tu hijo. Amén.
Oración por los agonizantes
Oh misericordioso Jesús, abrasado en ardiente amor de las almas! Te suplico por las agonías de tu sacratísimo Corazón y por los dolores de tu inmaculada Madre, que laves con tu sangre a todos los pecadores de la tierra que estén ahora en la agonía y tienen que morir hoy. Amén.

V. Corazón agonizante de Jesús, 
R. ten misericordia de los moribundos.
ORACIÓN POR LA SANTA IGLESIA Y LOS SACERDOTES

Oh Jesús mío, te ruego por toda la Iglesia: concédele el amor y la luz de tu Espíritu y da poder a las palabras de los sacerdotes para que los corazones endurecidos se ablanden y vuelvan a ti, Señor.

Señor, danos sacerdotes santos; P. Edgar, P. Diego, P. José Marcial; Ob. Juan Antonio; V.G, Florentino; P. Medina; Tú mismo consérvalos en la santidad.

Oh Divino y Sumo Sacerdote, que el poder de tu misericordia los acompañe en todas partes y los proteja de las trampas y asechanzas del demonio,
que están siendo tendidas incesantemente para las almas de los sacerdotes.

Que el poder de tu misericordia, oh Señor, destruya y haga fracasar lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes, ya que tú lo puedes todo.

Oh mi amadísimo Jesús, te ruego por el triunfo de la Iglesia, por la bendición para el Santo Padre y todo el clero, por la gracia de la conversión de los pecadores empedernidos.

Te pido, Jesús, una bendición especial y luz para los sacerdotes, ante los cuales me confesaré durante toda mi vida.

(Santa Faustina Kowalska

domingo, 7 de octubre de 2018

Coronilla de la Madre de la Misericordia Divina




(compuesta por tres decenas)



Al comienzo:

Dios te salve Reina, Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Sea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!


Al comienzo de cada decena:



María, Madre de la gracia y Madre de la Misericordia, protégenos de los enemigos y acógenos en la hora de la muerte.



En cada cuenta de la decena:

María, Madre de la Misericordia, alcánzanos la misericordia de tu Hijo.



Al final:

Madre misericordiosísima, nos abres tus brazos y tiendes las manos llenas de toda clase de gracias y dones. Tu corazón de madre desea colmarnos de todo lo que necesitamos. Animados por tu bondad, nos dirigimos a ti con confianza. Consíguenos, oh Madre, todo lo que necesitamos y, ante todo, haz con tu poderosa intercesión que guardemos la pureza y la inocencia, que cuidemos con fidelidad y perseverancia el amor de niños hacia ti y que llevemos en nuestros corazones la imagen del Corazón de tu Hijo. Que este Corazón nos proteja, guíe y lleve a la luz eterna. Amén.