miércoles, 26 de septiembre de 2018

MEDITACIÓN PARA LA HORA DE LA MISERICORDIA Madre Adela Galindo

“Oh Jesús, tu Corazón traspasado es el océano de infinita Misericordia de donde manan, copiosamente, tu Sangre y Agua. Sangre que libera nuestros pecados, y Agua que purifica y vivifica nuestros corazones. Tú eres la fuente abierta de salvación, en la cual deseamos sumergirnos para ser transformados con el poder redentor de tu Misericordia. 

Jesús, tú nos has ofrecido en esta imagen de tu Corazón Misericordioso revelada a Santa Faustina, un recipiente por el cual podemos venir a la fuente de Misericordia para recoger, sin límites, gracias abundantes de conversión, sanación y redención.


¡Oh Jesús, en ti confío! En ti confío mi vida entera, mi corazón, mis temores, mis fragilidades, mis sueños y todos mis sufrimientos, los del cuerpo y los más íntimos de mi corazón.


¡En ti confío, Oh Misericordia Divina! Tú que miras mi debilidad con ojos compasivos; que levantas mi miseria con el poder de tu amor; que das vida a mi esterilidad y que confías en mí a pesar de mí mismo. En ti confío, tú que calmas las tempestades del alma y las grandes tormentas que azotan la barca de nuestras vidas, familias, comunidades y naciones. En ti, Jesús, confío el pasado que de tantas formas nos aplasta; el presente que nos inquieta y el futuro que tantas veces nos angustia. 


¡Oh Corazón Misericordioso! En tu llaga bendita nos escondemos, descubriendo allí nuestro refugio y descanso... nuestra paz. En el inmenso océano de tu Corazón, nos sumergimos hoy, nosotros pecadores, esperando con confianza el don más hermoso de tu amor por la humanidad: Tu Misericordia”.


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MEDITACIÓN PARA LA HORA DE LA MISERICORDIA

Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM


“Oh Jesús, tu Corazón traspasado es el océano de infinita Misericordia de donde manan, copiosamente, tu Sangre y Agua. Sangre que libera nuestros pecados, y Agua que purifica y vivifica nuestros corazones. Tú eres la fuente abierta de salvación, en la cual deseamos sumergirnos para ser transformados con el poder redentor de tu Misericordia. 

Jesús, tú nos has ofrecido en esta imagen de tu Corazón Misericordioso revelada a Santa Faustina, un recipiente por el cual podemos venir a la fuente de Misericordia para recoger, sin límites, gracias abundantes de conversión, sanación y redención.


¡Oh Jesús, en ti confío! En ti confío mi vida entera, mi corazón, mis temores, mis fragilidades, mis sueños y todos mis sufrimientos, los del cuerpo y los más íntimos de mi corazón





¡En ti confío, Oh Misericordia Divina! 

Tú que miras mi debilidad con ojos compasivos; que levantas mi miseria con el poder de tu amor; que das vida a mi esterilidad y que confías en mí a pesar de mí mismo.

 En ti confío, tú que calmas las tempestades del alma y las grandes tormentas que azotan la barca de nuestras vidas, familias, comunidades y naciones. 


En ti, Jesús, confío el pasado que de tantas formas nos aplasta; 
el presente que nos inquieta 
y el futuro que tantas veces nos angustia. 

¡Oh Corazón Misericordioso! 
En tu llaga bendita nos escondemos, descubriendo allí nuestro refugio y descanso... nuestra paz. 
En el inmenso océano de tu Corazón, nos sumergimos hoy,nosotros pecadores,
 esperando con confianza el don más hermoso de tu amor por la humanidad: 

Tu Misericordia”.

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lunes, 24 de septiembre de 2018

DIARIO DE SANTA FAUSTINA

1. 
Oh Amor Eterno, mandas pintar Tu Santa Imagen
Y nos revelas la fuente inconcebible de la misericordia. Bendices a quien se acerca a Tus rayos,
Y el alma negra se convierte en nieve.

Oh dulce Jesús, aquí has establecido el trono de Tu misericordia
Para dar alegría y ayudar al pecador,
De Tu Corazón abierto, como de un manantial puro,
Fluye el consuelo para el alma y el corazón contrito.

Que el honor y la gloria para esta imagen
No dejen de fluir de las almas de los hombres,
Que cada corazón glorifique la Divina Misericordia 
Ahora y por los siglos de siglos y en cada hora.

Oh, Dios mío

2.
Cuando miro hacia el futuro, me atemorizo,
Pero ¿por qué sumergirse en el futuro?
Para mi solamente el momento actual es de gran valor,
Ya que quizá el futuro nunca llegue a mi alma.

El tiempo que ha pasado no esta en mi poder.
Cambiar, corregir o agregar,
No pudo hacerlo ningún sabio ni profeta,
Así que debo confiar a Dios lo que pertenece al pasado.

Oh momento actual, tú me perteneces por completo,
Deseo aprovecharte cuando pueda, 
Y aunque soy débil y pequeña,
Me concedes la gracia de tu omnipotencia.

Por eso, confiando en Tú misericordia,
Camino por la vida como un niño pequeño
Y cada día Te ofrezco mi corazón
Inflamado del amor por Tu mayor gloria.
3.
+JMJ
Dios y las almas
Oh, Rey de Misericordia, guía mi alma.

4.
Oh Jesús mío, por la confianza en Ti
Trenzo miles de coronas y sé
Que todas florecerán
Y sé que florecerán cuando las
Ilumine el Sol Divino.

+ Oh gran y Divino Sacramento
Que ocultas a mi Dios
Jesús acompañarme en cada momento,
Y ningún temor invadirá mi corazón.

Vilna, 28 VII 1934

+JMJ
Dios y las almas

5.
Seas adorada, oh Santísima Trinidad, ahora y siempre, Seas alabada en todas Tus Obras y en todas Tus criaturas. Que la grandeza de Tu misericordia, oh Dios, sea Admirada y glorificada.

Debo tomar nota de los encuentros de mi alma Contigo, oh Dios, en los momentos particulares de Tus visitas. Debo escribir de Ti, oh Inconcebible en la misericordia hacia mi pobre alma. Tu Santa Voluntad es la vida de mi alma. He recibido este mandato de quien Te sustituye para mí, oh Dios, aquí en la tierra y que me enseña Tu Santa Voluntad: Jesús Tú ves que difícil es para mí escribir, y que no sé describir claramente lo que siento en el alma. Oh Dios, ¿puede la pluma describir cosas para las cuales, a veces, no hay palabras? Pero me mandas escribir, oh Dios, esto me basta.

Varsovia, 1 VIII 1925
Ingreso al convento
7.
Desde los siete años sentía la suprema llamada de Dios, la gracia de la vocación a la vida consagrada. A los siete años por primera vez oí la voz de Dios en mí alma, es decir, la invitación a una vida más perfecta. Sin embargo, no siempre obedecí la voz de la gracia. No encontré a nadie quien me aclarase esas cosas.
8.
El decimoctavo año de mi vida, insistente pedido a mis Padres el permiso para entrar en un convento; una categórica negativa de los Padres. Después de esa negativa me entregué a las vanidades de la vida sin hacer caso alguno a la voz de la gracia, aunque mi alma en nada encontraba satisfacción. Las continuas llamadas que la gracia eran para mí un gran tormento, sin embargo intente apagarlas con distracciones. Evitaba a Dios dentro de mi y con toda mi alma me inclinaba hacia las criaturas. Pero la gracia divina venció en mi alma.
9.
Una vez, junto con una de mis Hermanas fuimos a un baile. Cuando todos se divertían mucho, mi alma sufría [tormentos] interiores. En el momento en que empecé a bailar, de repente vi a Jesús junto a mí. A Jesús martirizado, despojado de sus vestiduras, cubierto de heridas, diciéndome esas palabras: ¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañaras? En aquel momento dejaron de sonar los alegres tonos de la música, desapareció de mis ojos la compañía en que me encontraba, nos quedamos Jesús y yo. Me senté junto a mi querida Hermana, disimulando lo que ocurrió en mi alma con un dolor de cabeza. Un momento después abandoné discretamente a la compañía y a mi Hermana y fui a la catedral de San Estanislao Kostka. Estaba anocheciendo, había poca gente en la catedral. Sin hacer caso a lo que pasaba alrededor, me postré en cruz delante del Santísimo Sacramento, y pedí al Señor que se digna a hacerme conocer qué había de hacer en adelante.
10.
Entonces oí esas palabras: Ve inmediatamente a Varsovia, allí entrarás en un convento. Me levante de la oración, fui a casa y solucione las cosas necesarias. Como pude, le confesé a mi Hermana lo que había ocurrido en mi alma, le dije que me despidiera de mis Padres, y con un solo vestido, sin nada más, llegué a Varsovia.
11.
Cuando baje el del tren y vi que cada uno se fue por su camino, me entró miedo: ¿Qué hacer? ¿A dónde dirigirme, si no conocía a nadie? Y dije a la Madre de Dios: María, dirígeme, 
guíame. Inmediatamente oí en el alma está palabras: que saliera de la ciudad a una aldea [6] donde pasaría una noche tranquila. Así lo hice y encontré todo tal y como la Madre de Dios me había dicho.
12.
Al día siguiente, a primera hora regresé a la ciudad y entré en la primera iglesia que encontré y empecé a rezar para que siguiera revelándose a mí la voluntad de Dios. Las Santas Misas seguían una tras otra. Durante una oí estas palabras: Ve a hablar con este sacerdote y dile todo, y él te dirá lo que debes hacer en adelante.Terminada la Santa Misa fui a la sacristía y conté todo lo que había ocurrido en mi alma y pedí que me indicara en el convento debía estar.
13.
Al principio el sacerdote se sorprendió, pero me recomendó confiar mucho en que Dios lo arreglaría. Entretanto yo te mandaré [dijo] a casa de una señora piadosa, donde tendrás alojamiento hasta que entres en un convento. Cuando me presente en su casa, la señora me recibió con gran amabilidad. Empecé a buscar un convento, pero donde llamaba me despedían. El dolor traspasó mi corazón y dije al Señor: Ayúdame, no me dejes sola. Por fin llamé a nuestra puerta.
14.
Cuando [salió] a mi encuentro la Madre Superiora, la amo tuvo al Madre General Micaela, tras una breve conversación, me ordenó ir al Dueño de la casa y preguntarle si me recibía. En seguida comprendí que debía preguntar al Señor Jesús. Muy feliz fui a la capilla y pregunté a Jesús: Dueño de esta casa, ¿me recibes? Una de las Hermanas de esta casa me ha dicho que Te lo pregunte.
En seguida oí esta voz: Te recibo, estás en Mi Corazón. Cuando regrese de la capilla, la Madre Superiora, primero me preguntó: “Pues bien, ¿te ha recibido el Señor?” Contesté que sí. “Si el Señor te ha recibido, yo también te recibo.”
15.
Tal fue mi ingreso. Sin embargo, por varias razones, más de un año tuve que estar en el mundo, en casa de esta piadosa señora, pero no volví ya a mi casa.

En aquella época tuve que luchar contra muchas dificultades, sin embargo Dios no me escatimaba en su gracia. Mi añoranza de Dios se hacía cada vez más grande. Esta señora, aunque muy piadosa, no comprendía la felicidad que da la vida Consagrada y en su bondad, empezó a proyectarme otros planes de vida, pero yo sentía que tenía un corazón tan grande en nada podía llenarlo.

16.
Entonces, me dirigí a Dios con toda mi alma sedienta de Él. Eso [fue] durante la octava de Corpus Christi. Dios lleno mi alma con la luz interior para que lo conociera más profundamente como el bien y la belleza supremos. Comprendí cuánto Dios me amaba. Eres eterno su amor hacia mi. Eso fue durante las vísperas. Con las palabras sencillas que brotaban del corazón, hice a Dios el voto de castidad perpetua. A partir de aquel momento sentí una mayor intimidad con Dios, mi Esposo. En aquel momento hice una celdita en mi corazón donde siempre me encontraba con Jesús.

17.
Por fin, llegó el momento cuando se abrió para mí la puerta del convento. Eso fue el primero de agosto, al anochecer, en vísperas de la fiesta de la Madre de Dios de los ángeles. Me sentía sumamente feliz, me pareció que entré en la vida del paraíso. De mi corazón brotó una sola oración, la de acción de gracias.

18.
Sin embargo, tres semanas después vi que aquí había muy poco tiempo para la oración y que muchas otras cosas me empujaban interiormente a entrar en un convento de regla más estricta. Esta idea se clavó en mi alma, pero no había en ella la voluntad de Dios. No obstante, la idea, es decir la tentación, se hacía cada vez más fuerte hasta que un día decidí hablar con la Madre Superiora y salir decididamente. Pero Dios guió las circunstancias de tal modo que no pude hablar con la Madre Superiora. Antes de acostarme, entré en una pequeña capilla y pedí a Jesús la luz en esta cuestión, pero no recibí nada en el alma, sólo me llenó una extraña inquietud que no llegaba a comprender. A pesar de todo decidí que a la mañana siguiente, después de la Santa Misa, le comunicaría a la Madre Superiora mi decisión.

19.
Volví a la celda, las hermanas estaban ya acostadas y la luz apagada. Llena de angustia y descontento, entré en la celda. Nos sabía qué hacer [conmigo]. Me tiré al suelo y empecé a rezar con fervor para conocer la voluntad de Dios. En todas partes había un silencio como en el tabernáculo. Todas las hermanas como las hostias blancas, descansan encerradas en el cáliz de Jesús, y solamente en desde mi celda Dios oye el gemido de mi alma. No sabía que después de las nueve, sin autorización no estaba permitido rezar en las celdas. Después de un momento, en mi celda se hizo luz en la cortina vi el rostro muy dolorido del Señor Jesús. Había llagas abiertas en todo el rostro y dos grandes lágrimas caían en la sobrecama. Sin saber lo que todo esto significaba, pregunté a Jesús: Jesús, ¿quién te ha causado tanto dolor? Y Jesús contestó: Tú me vas a herir dolorosamente si sales de este convento. Te llamé aquí y no a otro lugar y te tengo preparadas muchas gracias. Pedí perdón al Señor Jesús e inmediatamente cambie la decisión que había tomado.

Al día siguiente fue día de confesión. Con que todo lo que había ocurrido en mi alma, y el confesor me contestó que había en ello una clara voluntad de Dios que debía quedar mi [en] esta congregación y que ni siquiera podía pensar en otro convento. A partir de aquel momento me siento siempre feliz y contenta.

20.
Poco después me enfermé. La querida Madre Superiora me mandó de vacaciones junto con otras dos hermanas a Skolimów, muy cerquita de Varsovia. En aquel tiempo le pregunté a Jesús: ¿Por quién debo rezar todavía? Me contestó que la noche siguiente me haría conocer por quién debía rezar.

Vi al Ángel de la Guarda que me dijo seguirlo. En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. Estas almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas, sólo nosotros podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban, a mi no me tocaban. Mi Ángel de la Guarda no me abandonó ni por un solo momento. Pregunté a estas almas ¿Cuál era su mayor tormento? Y me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios, vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio. Las almas llaman a María “La Estrella del Mar”. Ella les trae alivio. Deseaba hablar más con ellas, sin embargo mi Ángel de la Guarda me hizo seña de salir. Salimos de esa cárcel de sufrimiento. [Oí una voz interior] que me dijo: Mi misericordia no lo desea, pero la justicia lo exige. A partir de aquel momento me uno más estrechamente a las almas sufrientes.

21.

Fin del postulantado [29 IV 1926]. Las Superioras me mandaron al noviciado a Cracovia. Una alegría inimaginable reinaba en mi alma. Cuando llegamos al noviciado, la hermana … estaba muriendo. Unos días después vino la hermana … y me mandó ir a la Madre Maestra y decirle que su confesor, Padre Rospond celebrara en su intención una Santa Misa y tres jaculatorias. Al principio consentí, pero al día siguiente pensé que no iría a la Madre Maestra, porque no entendía bien si había sido un sueño o realidad. Y no fui. La noche siguiente se repitió lo mismo pero más claramente, no lo dudaba. No obstante a la mañana siguiente decidí no decirlo a la Maestra. Se lo diría sólo cuando la viera durante el día. Un momento después la encontré en el pasillo [a aquella hermana fallecida], me reprochaba [que] no había ido en seguida y mi alma se llenó de gran inquietud. Entonces fui inmediatamente a hablar con la Madre Maestra y le conté todo lo que había sucedido. La Madre dijo que ella lo arreglaría. En seguida la paz volvió a mi alma y tres días después aquella hermana vino y me dijo: “Dios se lo pague.”

lunes, 17 de septiembre de 2018

DEL DIARIO DE SANTA FAUSTINA

1-  Tu misericordia, como un hilo de oro nos acompaña durante toda la vida y mantiene el contacto entre nuestro ser y Dios en cada aspecto; Dios no necesita nada para ser feliz, pues todo es únicamente la obra de su misericordia. Mis sentidos se paralizan por la alegría cuando Dios me da a conocer más a fondo este gran atributo suyo, es decir su insondable misericordia (Diario 1466).
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domingo, 16 de septiembre de 2018

Letanías a la Divina Misericordia

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Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios verdadero, ten piedad de nosotros.
Después de cada invocación se dice:   "En ti confío"                        
(Diario, 949):

1.  "Misericordia Divina, que brota del seno del Padre.
  En ti confío    
2.  Misericordia Divina, supremo atributo de Dios.
En ti confío 
3.  Misericordia Divina, misterio incomprensible.
En ti confío 
4.  Misericordia Divina, fuente que brota del misterio de la Santísima Trinidad.
En ti confío 
5.  Misericordia Divina, insondable para todo entendimiento humano o angélico.
En ti confío 
6.  Misericordia Divina, de donde brotan toda vida y felicidad.
En ti confío 
7.  Misericordia Divina, más sublime que los cielos.
En ti confío 
8.  Misericordia Divina, fuente de milagros y maravillas.

9.  Misericordia Divina, que abarca todo el universo.
En ti confío 
10.  Misericordia Divina, que baja al mundo en la Persona del Verbo Encarnado.
En ti confío 
11.  Misericordia Divina, que manó de la herida abierta del Corazón de Jesús.
En ti confío 
12.  Misericordia Divina, encerrada en el Corazón de Jesús para nosotros y especialmente para los pecadores.
En ti confío 
13.  Misericordia Divina, impenetrable en la institución de la Sagrada Hostia.
En ti confío 
14.  Misericordia Divina, en la institución de la Santa Iglesia.
En ti confío 
15.  Misericordia Divina, en el sacramento del Santo Bautismo.
En ti confío 
16.  Misericordia Divina, en nuestra justificación por Jesucristo.
En ti confío 
17.  Misericordia Divina, que nos acompaña durante toda la vida.
En ti confío 
18.  Misericordia Divina, que nos abraza especialmente a la hora de la muerte.
En ti confío 
19.  Misericordia Divina, que nos otorga la vida inmortal.
En ti confío 
20.  Misericordia Divina, que nos acompaña en cada momento de nuestra vida.
En ti confío 
21.  Misericordia Divina, que nos protege del fuego infernal.
En ti confío 
22.  Misericordia Divina, en la conversión de los pecadores empedernidos.
En ti confío 
23.  Misericordia Divina, asombro para los ángeles, incomprensible para los Santos.
En ti confío 
24. Misericordia Divina, insondable en todos los misterios de Dios.
En ti confío 
25.  Misericordia Divina, que nos rescata de toda miseria.
En ti confío 
26.  Misericordia Divina, fuente de nuestra felicidad y deleite.
En ti confío 
27.  Misericordia Divina, que de la nada nos llamó a la existencia.
En ti confío 
28.  Misericordia Divina, que abarca todas las obras de sus manos.
En ti confío 
29.  Misericordia Divina, corona de todas las obras de Dios.
En ti confío 
30.  Misericordia Divina, en la que estamos todos sumergidos.
En ti confío 
31.  Misericordia Divina, dulce consuelo para los corazones angustiados.
En ti confío 
32.  Misericordia Divina, única esperanza de las almas desesperadas.
En ti confío 
33.  Misericordia Divina, remanso de corazones, paz ante el temor.
En ti confío 
34.  Misericordia Divina, gozo y éxtasis de las almas santas.
En ti confío 
35.  Misericordia Divina, que infunde esperanza, perdida ya toda esperanza".
 (Diario, 949).
 En ti confío                                                             
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.                          
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.                          
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Ten piedad de nosotros.
V.  Las Misericordias de Dios son más grandes que todas sus obras.
R.  Por eso cantaré las Misericordias de Dios para siempre.

ORACIÓN
"Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia Mismos. Amén" (Diario, 950).


ORACION PARA PEDIR LA INTERCESION DE SANTA FAUSTINA
Santa María Faustina, nos dijiste que tu misión continuaría después de tu muerte y que no nos olvidarías 
(diario # 281, 1582).
 Nuestro Señor te concedió un gran privilegio cuando te dijo que "distribuyeras las gracias como tu quisieras, a quien tu quisieras y cuando tu quisieras" 
(diario # 31) 
Confiando en esta promesa, te pido tu intercesión por las gracias que necesito, especialmente 

 .......(se hace la petición)......


Ayúdame, sobre todas las cosas, 
a confiar en Jesús 
como tu lo hiciste y así glorificar su misericordia a cada instante de mi vida. Amén.
Se reza un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. 
Se repite tres veces: Santa María Faustina, ruega por nosotros.

LA CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA  
 (para rezarla con las cuentas del rosario)


Koronka do MB


Al comienzo:
-Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

-Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


-Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, La Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.


Al comienzo de cada decena (1 vez):


-Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta de la decena (10 veces):
-Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Al terminar (3 veces):
-Santo Dios, Santo Fuerte,  Santo Inmortal, ten piedad de  nosotros y del mundo entero.

______________________

Imprimatur:
Franciszek cardenal Macharski
Cracovia, 1 de Agosto de 1994

La Hora de la Misericordia : Las Tres de la Tarde

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Oraciones.
Expiraste, Jesús,
 pero Tu muerte hizo brotar 
un manantial de vida para las almas
 y el océano de 
Tu misericordia 
inundó todo el mundo.
 Oh, Fuente de Vida, insondable misericordia divina,
 anega el mundo entero derramando sobre nosotros hasta
 Tu última gota de sangre. (IV, 59)



"Oh Sangre y Agua,
 que brotaste 
del Corazón de Jesús 
como una fuente de Misericordia 
para nosotros, 

en Vos confío."
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